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sábado, 12 de abril de 2008

Siempre recuerda aquellos a quienes sirves.


En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó a una mesa. La mesera puso un vaso de agua en frente de él. "¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?" pregunto el niño. "Cincuenta centavos", respondió la mesera. El niño sacó su mano de su bolsillo y examinó un número de monedas. "¿Cuánto cuesta un helado solo?", volvió a preguntar.

Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente. "Treinta y cinco centavos", dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar las monedas. "Quiero el helado solo", dijo el niño. La mesera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue.

El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco centavos... su propina.

2 comentarios:

Charly dijo...

Hola. Me gustó mucho tu cuento. Siempre hay que tratar con bondad y respeto a la gente. La camarera jamás imagino que el niño le dejaría propina. Muchas veces no imaginamos los favores que las personas nos pueden devolver, tan solo por tratarlas bien. Me gusta tu blog.
Charly.

Rolando A. dijo...

Este ejemplo es muy cierto, algunas veces aunque nos portamos mal con alguien, ese alguien nos regresa un bien y es entonces que uno se siente muy mal por haber actuado asi.